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“La vida es peligrosa para las mujeres en este campamento”: En la República Centroafricana, las sobrevivientes de violencia sexual pierden apoyo crítico a medida que se reduce la financiación
- 19 de marzo de 2025
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PREFECTURA DE BANGUI/BIRAO, República Centroafricana – “La vida es peligrosa para las mujeres en este campamento”, declaró Mariam Zakaria, de 32 años, quien recientemente huyó de la brutal violencia y el conflicto en Sudán, y regresó a la República Centroafricana, su país de origen. “Si quieres trabajar, es posible que nadie te contrate a menos que puedan aprovecharse de ti, y si una mujer no acepta ser abusada, sus hijos no tendrán nada que comer”.
El campamento de refugiados de Korsi, en Birao, en el norte de la República Centroafricana, alberga a unos 18.000 refugiados y repatriados. Muchos han escapado de la violación, la coerción y el abuso traumático, tras largos viajes llenos de peligro. A su llegada, a menudo descubren que tampoco están seguros en su lugar de destino.
A pesar de las condiciones traicioneras, la Sra. Zakaria admitió al UNFPA, la agencia de la @ONU_es para la salud sexual y reproductiva, “Tengo que salir a buscar trabajo. Soy viuda y tengo siete hijos, a veces se quedan sin comer durante dos días”.
La crisis en Sudán ha llevado a más de 3 millones de personas a huir a través de las fronteras, decenas de miles a la República Centroafricana. Sin embargo, décadas de conflicto, inseguridad, violencia y falta de servicios esenciales también han provocado el desplazamiento de una quinta parte de la población de la República Centroafricana, según estimaciones de la ONU.
La violencia sexual, la trata y el matrimonio forzado también están aumentando a un ritmo alarmante en la República Centroafricana, en particular en los campamentos de desplazados y las zonas controladas por grupos armados. La inmensa mayoría de las víctimas de maltrato son mujeres y niñas; casi una cuarta parte son niños y adolescentes.
“Recibimos muchos casos de violación de menores, especialmente durante esta estación seca”, aseguró Léonce Issouf Dessoula, administradora de casos en un espacio seguro apoyado por el UNFPA en la aldea de Mboko Landja, cerca de la capital, Bangui. “Las adultas también son violadas: las mujeres van al bosque a buscar leña y cosas para comer, y son asaltadas”.
Cuando hasta el hogar es peligroso
El espacio seguro es uno de los 14 en que el UNFPA presta actualmente apoyo en campamentos de desplazados y comunidades de acogida en la República Centroafricana, que ofrecen refugio y remisiones médicas, psicológicas y jurídicas a las sobrevivientes y a las niñas en riesgo de contraer matrimonio forzado. Sin embargo, la Sra. Dessoula explicó que no son solo los extraños quienes representan una amenaza para las mujeres y las niñas.
“La agresión física dentro de los matrimonios es común, así como la violencia psicológica. Muchas mujeres enfrentan abusos financieros, en que sus maridos toman el dinero que ellas ganan vendiendo mercancías y las dejan sin recursos ni oportunidades”.
Los informes de principios de 2024 mostraron que menos de un tercio de las sobrevivientes de violencia sexual recibieron algún tipo de atención psicológica o médica en el período crítico de las primeras 72 horas, y menos aún asistencia legal o de medios de subsistencia.
“Aunque son menos comunes, también se producen matrimonios forzados, en particular con niñas de 16 a 18 años, a menudo arreglados por sus padres”, aclaró la Sra. Dessoula.
Una segunda oportunidad
En Mboko Landja, cerca de la capital Bangui, Naomi Dakaka, de 22 años, era una de esas niñas.
“Dejé de estudiar a los siete años porque no podíamos pagarlo y no teníamos ayuda para pagar la escuela. Tengo 12 hermanos, pero nuestro padre es irresponsable”, dijo al UNFPA.
“Tenía 13 años cuando me obligaron a casarme. Tuve a mi hijo en enero de 2020, pronto cumplirá cinco años. Su padre también me abandonó, y actualmente vivo con mis hermanas mayores".
Ambos padres de la Sra. Dakaka han fallecido desde entonces, dejándola sin otra fuente de ayuda, hasta que se enteró de un espacio seguro del UNFPA cercano, que ofrece una forma alternativa de ganarse la vida para ayudar a romper el ciclo de violencia
“Sueño con convertirme en costurera para poder apoyar a mis hijos y prepararlos para la edad adulta”, dijo. “Quiero irme de aquí con habilidades valiosas. Antes no era educada, pero gracias a este espacio, todo se ha transformado”.
Congelación de fondos críticos
Los fondos vitales de los Estados Unidos que habían estado apoyando programas en el campamento de refugiados de Korsi en Birao, y otros cerca de las fronteras con Camerún, Chad, la República Democrática del Congo y Sudán, han sido recientemente cancelados.
En consecuencia, muchos servicios destinados a llegar a casi 70.000 mujeres y niñas ya no podrán funcionar. “Si se detuviera la financiación, el impacto sería devastador”, aseguró la Dra. Marthe Augustine Kirimat, Ministra de Promoción de Género, poco antes de la noticia de las terminaciones. “Afectaría el bienestar [de las sobrevivientes], así como su comunidad y el estado”.
Miles ya no están recibiendo asistencia vital, incluso para el parto seguro y la gestión clínica de la violación, ya que dos clínicas de salud apoyadas por el UNFPA se han visto obligadas a cerrar sus puertas debido a la falta de fondos disponibles.
En 2025, el UNFPA necesita 16,5 millones de dólares para sus programas en la República Centroafricana, especialmente para las comunidades más desatendidas.
Albertine Yantijba, de 55 años, dijo sobre el espacio seguro en Mboko Landja que “mientras permanezca activo, nuestras mujeres pueden vivir en tranquilidad. Desde que comenzó el proyecto, más mujeres se sienten seguras, pueden afirmarse y vivir vidas normales. Les pedimos que sigan apoyándonos”.