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La mutilación genital femenina provoca la muerte durante el parto, una tragedia prevenible, afirman los miembros de la comunidad ugandesa

Josephine Telo, vestida de naranja, sentada en una esterilla en un patio. Consolata Aleper está sentada en una silla y lleva un vestido azul.
Josephine Telo, sentada, habla con Consolata Aleper, que organiza reuniones para sobrevivientes de la mutilación genital femenina y trabaja para poner fin a la práctica. La hermana de la Sra. Telo murió en el parto como resultado de la mutilación genital femenina. © ActionAid International Uganda
  • 03 Octubre 2024

Distrito de Amudat, Uganda – “Mi hermana no debió haber fallecido como lo hizo”, se lamentó Josephine Telo al hablar con un grupo de mujeres que habían sobrevivido a la mutilación genital femenina. Eso mató a su hermana: la mutilación de los genitales de una mujer o una niña sin razón médica.

La Sra. Telo y su hermana, Napala Nangiro, son del distrito de Amudat, en Uganda, un país donde la mutilación genital femenina está prohibida desde 2010 y donde la incidencia de la práctica ha ido disminuyendo.

En 2022, alrededor del 0,2 % de las mujeres de entre 15 y 49 años habían sido mutiladas, según las encuestas, pero con variaciones considerables dentro del país. A modo ejemplo, se estimó que, en 2016, la prevalencia de la mutilación genital femenina en las subregiones de Karamoja y Sebei era del 8 % entre las niñas de 15 a 24 años.

Sin embargo, para la Sra. Nangiro, hay pocas razones para preocuparse por la mutilación genital femenina. En su comunidad, que forma parte del grupo étnico Karamojong, no se practica, y cuando se casó con Ikomol, su esposo, que era de un grupo étnico que practica la mutilación genital femenina, no tuvo interés de someterla a la costumbre.

Pero sin que la joven pareja lo supiera, la madre de Ikomol tenía otras ideas.

Engañada mientras daba a luz

La Sra. Nangiro quedó embarazada poco después de casarse, a los 18 años. Su suegra fue extremadamente solidaria y se involucró durante todo el embarazo, recordó la Sra. Telo. Es decir, hasta que la Sra. Nangiro entró en labor de parto.

La Sra. Telo explicó que su hermana fue al Centro de Salud III de Loroo, acompañada de su suegra la mañana en que comenzaron sus contracciones. Después de un examen, los trabajadores sanitarios les pidieron que regresaran en varias horas, después que hubiera avanzado la labor de parto.

No obstante, en lugar de irse a casa, la suegra propuso que se detuvieran a descansar en la casa cercana de una amiga. La Sra. Nangino no tenía idea de que esta amiga, una anciana que era partera tradicional, también practicaba la mutilación genital femenina.

“Después de un rato, Nangino comenzó a sentirse incómoda debido a la tardanza”, recordó la Sra. Telo. “Enfatizó la urgencia de regresar al centro de salud”.

Pero la suegra dijo que no había necesidad de regresar al centro de salud; la anciana podía ayudar con el parto en su lugar, dijo.

Agredidas y abandonadas

La Sra. Nangino vivió una labor de parto de horas en la noche.

Durante sus intensas contracciones, la anciana realizó un tipo de mutilación genital femenina conocida como escisión, que implicaba la extirpación del clítoris y los labios internos.

“Nangiro estaba ajena a todo esto”, dijo la Sra. Telo. “Pensó erróneamente que la mujer estaba ayudando en el parto”.

Sin embargo, cuando la Sra. Nangino comenzó a sufrir una hemorragia, la anciana huyó.

Al darse cuenta de que su nuera podría desangrarse hasta morir, la suegra dejó a la Sra. Nangino sola para encontrarse con la familia de la joven.

“Mi hermana tuvo que luchar por su vida, ya que no había nadie disponible para llevarla rápidamente al hospital”, dijo la Sra. Telo.

Temprano a la mañana siguiente, la madre de la Sra. Nangiro recibió la noticia de los vecinos de que su hija estaba muriendo.

La joven estaba inconsciente cuando llegó su madre. Una mototaxi, conocida como boda, la transportó de regreso al Centro de Salud III de Loroo

Allí, el médico identificó que “algunas partes de su cuerpo habían sido extirpadas”, como lo describirían más tarde los miembros de la comunidad, y el feto había muerto.

La Sra. Nangiro fue llevada de urgencia al hospital de Amudat en ambulancia, pero murió en el camino.

Una lucha por la justicia

Una mujer con camiseta naranja con el logotipo del UNFPA habla con la Sra. Telo, que también lleva una camiseta naranja. Están sentadas en una manta a rayas en un patio.
Una funcionaria psicosocial de un centro cercano para sobrevivientes de violencia de género (izquierda) habla con la Sra. Telo (derecha) en su casa. © ActionAid International Uganda

Consolata Aleper, presidenta del equipo de vigilancia de la mutilación genital femenina del subcondado de Loroo, ha estado apoyando a la familia y la comunidad después de esta tragedia.

Explica que la muerte de la Sra. Nangiro, que tuvo lugar hace tres años, ha dejado un agujero en la familia y la comunidad en general.

Ikomol, el esposo de la Sra. Nangiro, se mudó del pueblo, destruido. Se dice que no se ha vuelto a casar. Los miembros de la comunidad en general dicen que han perdido a una hija, y la Sra. Telo ha permanecido angustiada por la pérdida de su hermana a pesar de los años que han pasado. Afirma que está atormentada por el sufrimiento de su hermana – y por la falta de justicia.

El incidente fue denunciado a la comisaría de Loroo, pero tanto la mujer que realizó la mutilación como la suegra que la organizó han desaparecido.

Sin embargo, cada vez más personas están hablando sobre el tema, especialmente desde 2021, cuando ActionAid International Uganda y el UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas que se encarga de los asuntos de salud sexual y reproductiva, iniciaron un proyecto en el distrito de Amudat.

El programa, en el marco del Programa Conjunto del UNFPA-UNICFE para eliminar la mutilación genital femenina, tiene por objeto hacer frente a la violencia de género, incluida la mutilación genital femenina. A través del proyecto se han establecido equipos de vigilancia en todo el subcondado.

La incidencia de la mutilación genital femenina está disminuyendo en Uganda, que es el único país de la región de África oriental y meridional que está en vías de eliminar esa práctica para 2030. Sin embargo, los grupos de vigilancia de Amudat siguen recibiendo de dos a tres alertas mensuales de casos de mutilación genital femenina.

La Sra. Telo también ha participado en el proyecto. Ha recibido apoyo de consejeras de sobrevivientes de violencia de género en un centro cercano, y ha podido compartir la historia de su hermana. De esta manera, la tragedia está ayudando a galvanizar el apoyo para poner fin a la mutilación genital femenina y otras formas de violencia.

La mutilación genital femenina, dijo enfáticamente la Sra. Telo, “no es una buena práctica”.

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