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Rompiendo el ciclo para las sobrevivientes: El UNFPA ofrece asesoramiento y apoyo para poner fin a la mutilación genital femenina en Yemen
- 05 Febrero 2024
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PROVINCIA DE HADRAMOUT, Yemen – “Perdí a mi bebé frente a mis propios ojos”, se lamentó Safia*, una joven de un pueblo remoto en la provincia de Hadramout, Yemen.
El matrimonio de Safia había sido arreglado para cuando cumpliera 21 años. Al año siguiente estaba embarazada. “La noticia nos trajo mucha alegría”, aseguró al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas que tiene a su cargo los asuntos relacionados con la salud sexual y reproductiva. “Estábamos muy emocionados porque íbamos a ser padres”.
Las nuevas madres y padres de todo el mundo a menudo reciben consejos y orientación, solicitados o no, de la familia y la comunidad para vencer los altibajos de la paternidad. Desafortunadamente para Safia, dos meses antes de que diera a luz, su suegra le aconsejó que sometiera a la criatura a la práctica de la mutilación genital femenina.
“Mi suegra insistió en que permitiría a mi hija llevar una vida con un nivel moral elevado”, relató Safia. A diferencia de lo planteado por su suegra, el doloroso procedimiento le robó a su hija antes de que apenas hubiese empezado a vivir.
Tres días después de que Safia diera a luz, su suegra la visitó con instrumental necesario para realizar la mutilación genital femenina en la recién nacida. La bebé no sobrevivió. “Su muerte no solo me robó la alegría de ser madre, sino que significó mi propia muerte mil veces más”, confesó Safia.
Millones en riesgo
Se calcula que en todo el mundo hay 200 millones de mujeres y niñas que han sido sometidas a alguna forma de mutilación genital femenina, una violación de los derechos humanos que implica la extirpación o lesión de los genitales femeninos por razones no médicas.
En todo Yemen, casi una de cada cinco mujeres y niñas de entre 15 y 49 años se contaron entre las sobrevivientes de la práctica nociva en 2013, y la gran mayoría de ellas fue sometida a esta en su primera semana de vida. En Hadramout, donde vive Safia, la tasa de prevalencia de la mutilación genital femenina en ese año fue del 80 %.
Una serie de factores promueven esta práctica perjudicial, tales como la presión que reciben las mujeres y sus familias para ajustarse a normas culturales profundamente arraigadas, o bien el temor al ostracismo por no hacerlo, así como la escasa conciencia sobre los daños. Muchas personas en Hadramout creen que el procedimiento es requerido por la religión, a pesar de la profusa evidencia que señala lo contrario. A menudo las mujeres que han sido objeto de mutilación genital femenina apoyan que se siga con la tradición.
En el caso de Safia, quien es sobreviviente de la mutilación genital femenina, tras lo ocurrido con su criatura, esta había alcanzado el límite. Cuando quedó embarazada nuevamente de una niña, decidió poner manos a la obra para librar a su pequeña de la práctica dañina.
“Me culpé a mí misma por no haber hecho nada para salvar a mi hija, y me pregunté por qué la mataron de esta manera brutal solo por ser niña”, explicó.
Voces comunitarias contra las violaciones
Como los vecinos de Safia habían evitado que su recién nacida fuera sometida a la mutilación genital femenina, Safia recurrió a ellos para pedir consejo. La madre dijo a Safia que su marido y sus suegros habían sido convencidos de promover que se abandonara la práctica después de visitar un centro de servicios para jóvenes apoyado por el UNFPA y de haber recibido información de los funcionarios de ese centro sobre los peligros de la mutilación genital femenina.
Según un estudio reciente en las regiones costeras de Yemen, incluido Hadramout, casi dos tercios de las mujeres y la mitad de los hombres carecían de conocimiento sobre el daño que puede causar la mutilación genital femenina.
El esposo de Safia le pidió a su madre que asistiera junto con él y con Safia al espacio seguro para jóvenes. “Los tres escuchamos durante más de tres horas sobre las consecuencias físicas, mentales y sociales de la mutilación genital femenina”, relató. “Nos dimos cuenta de lo dañina que es y quedamos plenamente convencidas de que no debería practicarse”.
Mediante campañas de sensibilización, el UNFPA y el UNICEF trabajan en un programa conjunto para persuadir e inducir a las comunidades de todo el mundo de que deben eliminar esta práctica. Una reciente campaña en Hadramout ofreció información a más de 400 personas en ocho días
“Le salvé la vida a mi segunda hija,” se congratuló Safia. “Con lo que hoy sé, creo que puedo ayudar a salvar la vida de muchas niñas inocentes”.
*Se ha cambiado el nombre por motivos de privacidad y protección