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Periodistas amenazadas con violencia sexual y discurso de odio
- 17 Junio 2022
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NACIONES UNIDAS, Nueva York – “He acudido a la policía después de recibir amenazas de violencia”, declaró Nistula Hebbar al UNFPA, al describir la incesante avalancha de abusos que sufre en línea. Como reportera política de The Hindu, sus palabras y su reputación son su medio de vida. No obstante, como mujer, el costo de realizar tal labor es su seguridad.
Para otras periodistas, el costo supone poner en peligro sus carreras, su salud o incluso sus vidas.
Yet when violence and hate is delivered digitally, it
Cuando la violencia y el odio se expresan por la vía digital, suelen ser desestimados con peligrosa frecuencia: en el caso de la Sra. Hebbar, un atacante anónimo amenazó con violarla. Debido a que la amenaza se hizo por Twitter, las autoridades se mostraron indiferentes.
“Me dijeron que no debía esperar mucho”, recordó.
La violencia virtual es violencia real
La violencia de género es generalizada en todos los países, culturas y comunidades del mundo. A medida que el trabajo, la recreación y la vida social pasan crecientemente a los espacios digitales, el abuso y la misoginia han ido pasando por igual a esos espacios. Los espacios en línea pueden convertirse en una escena de delito anónima y sin fronteras en que los abusadores actúan con impunidad casi total. Un estudio de la Economist Intelligence Unit reveló que el 85 % de las mujeres había sido testigo de violencia en línea, y el 40 % la había sufrido personalmente*.
La violencia en línea es violencia real: el miedo, la ansiedad y la sensación de impotencia que crea son perjudiciales y duraderas. La violencia en línea socava los medios de vida profesionales y económicos de las personas que trabajan en espacios de redes digitales y sociales. La violencia digital, además, a menudo está vinculada con la violencia sexual y la explotación en el mundo real.
Las periodistas son particularmente vulnerables, subrayó la Sra. Hebbar, y los atacantes no son sencillamente detractores con puntos de vista distintos. Las asaltan de todas las maneras posibles, y ponen en tela de juicio su credibilidad como periodistas, al tiempo que atacan con fiereza su aspecto y su humanidad.
“El abuso implica por lo regular alguna forma de partidismo, falta de integridad y, por supuesto, comentarios abusivos sobre mi aspecto, mi edad, mi peso, etc.… Ser una mujer sin miedo y con opiniones propias te hace especialmente vulnerable”.
Las periodistas corren riesgo particular
La experiencia personal de la Sra. Hebbar es muy común, según las investigaciones. Un reciente informe del UNFPA sobre la violencia facilitada por la tecnología indicó que las periodistas, las defensoras de los derechos humanos, las activistas y las dirigentes son atacadas desproporcionadamente, y que se utilizan foros públicos para amenazarlas, acosarlas y perseguirlas, así como para promover discursos de odio en su contra.
Los ataques contra periodistas han alcanzado niveles sin precedentes en todo el mundo. Un informe del Centro Internacional para Periodistas y la UNESCO reveló que casi tres cuartas partes de las periodistas encuestadas habían sufrido violencia en línea, y una cuarta parte había sufrido ataque físico como resultado de su presencia en línea. Las periodistas de color y LGBTQIA+ enfrentan riesgos aún mayores.
“Este saldo es escalofriante y sienta un peligroso precedente de cara a las violaciones de los derechos humanos”, manifestó Reem Abdellatif, periodista egipcio-estadounidense que ha sufrido abusos debido a su profesión. “El espacio en línea refleja hacia dónde podría encaminarse nuestra sociedad si no tomamos medidas serias para proteger los derechos de las mujeres. He sido acosada repetidas veces, y en un momento fui amenazada de muerte después de escribir sobre la condición de las mujeres en el Golfo Pérsico”.
El discurso de odio, creciente en todo el mundo, tal como lo han reconocido las Naciones Unidas, es una seria amenaza para la paz y los derechos humanos. El discurso de odio sexualizado y de género es especialmente peligroso, pues afecta la práctica misma del periodismo y excluye a las periodistas de los espacios donde sus voces son más urgentes y necesarias.
“Me han llamado “prostituta” y me han acosado por escribir sobre mi propia experiencia como periodista que desarrolla su trabajo entre Dubái, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita”, se quejó la Sra. Abdellatif, para agregar que enfrentó ataques similares mientras escribía sobre autonomía corporal y derechos reproductivos en los Estados Unidos.
“He enfrentado ataques despiadados por defender espacios seguros para las mujeres”, añadió.
Exigiendo un cambio
Vijaita Singh, otra reportera de The Hindu, afirma que los ataques bien podrían ser coordinados: “se organizan intentos dirigidos a acallar las voces de mujeres que hablan en las redes sociales”.
Ella misma contó que enfrentó una avalancha de mensajes de odio después de destacar una acusación contra un miembro de la policía. El abuso la deshumanizó, e incluyó una amenaza de violación. Como en el caso de la Sra. Hebbar, su colega, ninguna persona fue detenida.
El UNFPA está colaborando con un sinnúmero de periodistas para poner en aviso a la comunidad internacional e instarla a adoptar medidas para poner fin al flagelo de la violencia de género, independientemente de que ocurra en la calle, en el hogar o en línea. Un esfuerzo importante, el movimiento bodyright, pide a las personas que afirmen y exijan protección contra la violencia en línea.
Independientemente de la forma que adopte, la violencia de género persigue siempre el mismo ánimo fundamental: ejercer control a través de actos motivados por el odio. “Una mujer independiente es percibida como una amenaza”, explicó la Sra. Singh. “Una mujer con opiniones propias nunca es bien acogida”, concluyó.