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A medida que Afganistán enfrenta el aumento de los casos de COVID-19, una partera comparte su fuerza
- 23 Junio 2021
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CIUDAD DE HERAT, Afganistán – Mastura Zia, una partera de 27 años de Herat, no se anda con rodeos al describir las dificultades provocadas por la pandemia global: “2020 fue el año más difícil de mi vida” asegura.
La Sra. Zia es una prestadora de asistencia de primera línea en el Centro de Tránsito de Gazargah, que presta servicios de salud reproductiva a deportadas que han regresado a Afganistán desde Irán. Cuando azotó la pandemia, alrededor de febrero de 2020, decenas de miles de afganas indocumentadas fueron deportadas, e inundaron el Centro de Tránsito.
“Todas las personas estaban asustadas, y el campamento recibía miles de personas deportados diariamente”, recordó la Sra. Zia. “Hubo muchas deportadas que estaban embarazadas y en situaciones críticas que necesitaban apoyo urgente. Tenía que ayudarlas”.
El Centro de Salud del Centro de Tránsito de Gazargah cuenta con el apoyo del UNFPA, y presta muchos servicios esenciales de salud reproductiva. No obstante, explica la Sra. Zia, muchos de sus casos eran graves y necesitaban atención especializada.
“Las personas que buscan servicios, en particular las mujeres embarazadas, cuyas situaciones son críticas, deben ser remitidas al hospital de maternidad provincial”, indicó. “No sólo eran las mujeres embarazadas las que lo necesitaban. Muchas personas tenían signos de COVID-19. A eses personas remití al hospital de COVID-19 de Herat para hacerles análisis”.
No pasó mucho tiempo antes de que ella misma se enfermara. En julio pasado, dio positivo a COVID-19.
“Seguí las medidas preventivas para protegerme de la infección, pero la interacción cercana y diaria con pacientes dio lugar a mi eventual infección”.
Pasó tres semanas en tratamiento y aislamiento, pero las necesidades de salud de los repatriados continuaban. “Los servicios no se detuvieron mientras yo estuve en cuarentena. Otra partera ocupó mi puesto durante este período”.
La Sra. Zia se graduó en 2012 del Instituto de Partería de Herat, asociado del UNFPA, y comenzó a trabajar en proyectos apoyados por el UNFPA en 2018.
Su marido apoya su trabajo, algo con lo que no pueden contar todas las mujeres trabajadoras en Afganistán. “Me gusta mi carrera. Veo resultados positivos todos los días. Mi mayor felicidad es cuando las embarazadas me dicen que, para ellas, mi apoyo fue útil”, admitió.
Esto sigue siendo cierto incluso a medida que las condiciones se vuelven más difíciles para las y los trabajadores de la salud.
Hasta la fecha se han identificado más de 100.000 casos confirmados de COVID-19 en Afganistán, y los casos han aumentado constantemente en las últimas semanas.
Además de la atención de salud sexual y reproductiva que presta, el personal del Centro de Tránsito de Gazargah también garantiza que las y los repatriados reciban servicios psicosociales, parte de la respuesta humanitaria del UNFPA a la crisis. El Centro y sus asociados también proporcionan refugio a quienes lo necesitan, así como gestión de casos, asistencia a menores no acompañados y otros tipos de apoyo.
“Este es trabajo de respuesta de emergencia”, manifestó la Sra. Zia. Aunque normalmente estoy sobrecargada de casos, me siento orgullosa de comprobar el buen resultado de mi trabajo al final del día.