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Cuando gobiernan las mujeres: Jefa malauí lucha para proteger de daño a las niñas
- 24 Enero 2019
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MWANZA, Malawi – La jefa Mwanza conoce demasiado bien las oportunidades que se pierden cuando las mujeres se casan siendo niñas. Ella misma se casó con apenas 14 años.
Chalendo MacDonald (su nombre original) nació en 1952 y quería completar su educación, pero cuando falleció su abuela, que la estaba criando, la casaron con un líder local que era jefe de grupos de aldeas.
Después falleció su hermana, que había sido una autoridad tradicional de alto rango, y Chalendo heredó el cargo. Así se convirtió en jefa Mwanza, una entre un reducido grupo de jefas en Malawi. En su cargo, preside 760 aldeas y 170 jefes de grupos de aldeas, incluido su marido.
Después de asumir el poder, no olvida las penurias que sufrió y que sufrieron las niñas como ella, e insistió en que las niñas se eduquen, al tiempo que hizo un llamamiento a hacer cumplir las leyes contra la violencia de género. También prohibió prácticas nocivas, como el matrimonio infantil.
"Me he asegurado de nunca volver a ver [esas] prácticas aquí", afirma.
Sus esfuerzos están transformando la comunidad.
Entre 2012 y 2016, más de 1300 niñas regresaron a la escuela, la mayoría la había abandonado por motivos de matrimonio o maternidad.
"Nos hemos asegurado de que, en nuestra comunidad, tanto los niños como las niñas tengan la misma oportunidad de permanecer en la escuela", aseveró Mussa Jackson, presidente de un comité de desarrollo local.
En Malawi, alrededor del 47 % de las mujeres notificaron haber sido obligadas a casarse cuando todavía eran niñas, según una encuesta de 2015-16.
La violencia contra las mujeres y las niñas es también una preocupación importante. La encuesta determinó que 34 % de las mujeres había sufrido violencia física, y una de cada cinco había sufrido violencia sexual. La violencia conyugal afecta a más del 40 % de las mujeres casadas.
Afortunadamente, los esfuerzos para proteger los derechos de las mujeres y las niñas son hoy crecientes, y las jefas han tomado la iniciativa.
Entre 2012 y 2016, líderes como la jefa Mwanza y la jefa Kachindamoto colaboraron con el proyecto Igualdad de género y empoderamiento de las mujeres, financiado por la Unión Europea y el UNFPA, para promover los derechos de las mujeres y las niñas. El programa apoyó la educación de las niñas e impulsó acciones orientadas a poner fin a la violencia de género y a promover los derechos de las mujeres.
Además de prohibir el matrimonio infantil, la jefa Mwanza eliminó dos tipos de ritos de iniciación: Namkwanya y Kamano. El bailarín de Kamano les pega a mujeres y niñas en el curso de su ruta, en tanto que el bailarín de Namkwanya, "toma una niña con la cual tener sexo (y podría hacerlo con todas las iniciadas) mientras lleva puesta su máscara que oculta su identidad", explicó la jefa.
Desde 2013, su administración ha resuelto 507 casos presentados por mujeres y 37 presentados por hombres. Los casos van desde no mantener a la familia o pagar la matrícula escolar hasta la violencia física. Las infracciones menores dan lugar a multas que se pagan a las y los denunciantes.
La policía ha recibido cuarenta y cuatro denuncias graves. Nueve personas han sido condenados por violación y están cumpliendo penas de prisión. "Tenemos casos donde [los hombres] están cumpliendo penas de más de siete años por violación", explica la jefa Mwanza.
El UNFPA está ayudando a promover el éxito de los métodos aplicados por la jefa Mwanza entre otros dirigentes. "Hemos visto que los modelos y las iniciativas implementadas en esta comunidad son sostenibles", asegura Beatrice Kumwenda, especialista en género del UNFPA.
Las autoridades tradicionales de Etiopía incluso invitaron a la jefa Mwanza a compartir sus experiencias. "Cuando compartí en Addis Abeba el trabajo que realizo, muchas personas se interesaron por venir a verlo", afirmó.
También la ha visitado la Reina Best Kemigisa, del Reino de Toro, en Uganda, así como Graça Machel, defensora internacional de las mujeres y los niños.
Aun así, la jefa Mwanza quiere ver más jefes malauíes adoptar sus métodos e iniciativas.
"La labor a veces resulta difícil, porque colegas cercano no están en la vanguardia de la lucha contra estas prácticas, y [eso] facilita que los autores escapen o se reubiquen en una aldea cercana fuera de mi jurisdicción, donde no tendrán que rendir cuentas", señala. "Sería adecuado que colaboráramos mejor entre (jefes) de (zonas) vecinas".
A pesar de estos desafíos, ella mantiene su compromiso con su comunidad, demostrando a esta (y al mundo) la diferencia que puede marcar una mujer empoderada.
– Henry Chimbali