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Construyendo una generación de líderes en Indonesia, y empoderando a las niñas para que sean estudiantes, no niñas casadas
- 11 Octubre 2023
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YAKARTA, Indonesia – Lo que las niñas quieren para su futuro es importante. Y, según los nuevos datos de encuesta, lo que más anhelan es la oportunidad de aprender.
El estudio, publicado el 10 de agosto de 2023 por la Asociación para la Salud Materna, del Recién Nacido y del Niño, pidió a más de 700.000 jóvenes de 10-24 años que terminaran la siguiente frase: “Para mejorar mi bienestar, quiero...”
De los cientos de miles de niñas y jóvenes encuestadas, una de cada cinco identificó un deseo relacionado con el aprendizaje, las competencias profesionales, la educación, las habilidades y la empleabilidad.
“En mi opinión, el bienestar comienza por aprender y obtener una educación adecuada”, planteó en su respuesta una chica de 18 años de Yakarta, Indonesia.
Sin embargo, a nivel mundial se niega desproporcionadamente a las niñas el acceso a la educación. Una razón es el matrimonio infantil; en todo el mundo, una de cada cinco niñas está casada o se encuentra en una unión informal antes de cumplir 18 años. Muchas se ven obligados posteriormente a abandonar la escuela.
"En mi comunidad, la mayoría de las niñas quieren recibir [toda la] educación que sea posible ... pero enfrentan obstáculos por la mentalidad de sus padres", apuntó Carmelia Winnie Joceline, de 18 años, de Pontianak, Indonesia, al conversar con el UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas que se encarga de la salud sexual y reproductiva. "Creo que la educación es importante para las mujeres y las niñas porque es nuestro derecho".
Cuando se anhela más que el matrimonio
A pesar de las reformas que en 2019 elevaron la edad legal para contraer matrimonio en Indonesia de 16 a 19 años, la tasa nacional de prevalencia del matrimonio infantil en Indonesia es del 11%.
Las dificultades económicas, las normas culturales y los valores patriarcales contribuyen a que siga existiendo el matrimonio infantil generalizado; las investigaciones indican que las niñas de familias pobres y de zonas rurales, así como las que tienen un bajo nivel educativo, corren un mayor riesgo de integrar uniones cuando son aún jóvenes.
“Todo se debe a la idea de que la educación no es importante”, indicó Atikah Ratna Sari, estudiante y empleada en el comercio minorista, de 25 años . “En mi [ciudad natal], las niñas se casaban entre los 14 y los 17 años”.
Atikah creció en Palangkaraya, en Kalimantan Central, donde dos tercios de los niños viven en zonas rurales y la tasa de prevalencia del matrimonio infantil es del 19%. Atikah es la mayor de cinco hermanos, y ha querido ser maestra desde que era pequeña, pero algunos miembros de su familia la desalentaron en cuanto a entrar en la educación superior.
“De todos modos terminarás quedándote en casa”, le decían.
Sus pronósticos casi se hicieron realidad cuando Atikah tenía 12 años y familiares del lado paterno la llevaron a vivir a su aldea, y luego tuvieron conversaciones secretas con un hombre de otra aldea para que se casara con ella.
“Fue aterrador. Por suerte mi madre se enteró y me trajeron de vuelta a casa en la ciudad”, relató Atikah. “Mi madre tenía una perspectiva diferente; pensaba que podía apoyarme para obtener una educación adecuada”.
El punto de vista de la madre de Atikah tiene beneficios demostrados. Las investigaciones muestran que las posibilidades de una niña de terminar la escuela secundaria disminuyen por cada año que está casada antes de cumplir 18 años, y los ingresos futuros posibles también se ven afectados por las uniones tempranas.
El UNFPA trabaja en todo el mundo para eliminar el matrimonio infantil y mantener a las niñas en la escuela. En Indonesia, se ha asociado con el Ministerio de Empoderamiento de la Mujer y Protección de la Infancia, y con la Fundación Khouw Kalbe, para poner en marcha el programa BESTARI, que ofrece becas a niñas indonesias que se considera que están en riesgo de contraer matrimonio o de sufrir violencia.
Atikah es una de las 250 becarias. Había pospuesto la educación superior durante seis años para apoyar los sueños educativos de su hermana, pero después de encontrar una publicación en Instagram sobre la beca, decidió que también era su momento.
Atikah comenzó su primer semestre de la universidad y se especializa en educación primaria.
“Siempre quise ser maestra porque quiero ayudar a los niños a obtener una educación”, dijo. “Sueño con crear una escuela gratuita donde no haya restricciones de edad ni uniformes. No tendrán que pagar ni comprar libros, porque se los proveeré gratis”.
Como agua clara
Hoy en día viven seiscientos millones de adolescentes en el planeta. Entre ellos, decenas de miles de futuros médicos, maestros, abogados, madres, activistas y artistas nos esperan, listos para desarrollar su potencial en las condiciones adecuadas.
“Toda niña nace con un potencial ilimitado para aprender y prosperar, liderar, inspirar y cambiar el mundo”, declaró la Dra. Kanem en su declaración sobre el Día Internacional de la Niña. “Las niñas representan una generación de innovación y acción, a la cabeza de llamamientos en favor de la justicia y de un mundo que funcione para todas y todos”.
BESTARI muestra la manera en que un entorno de apoyo puede empoderar a las niñas para que desarrollen su potencial. También revela el modo en que empoderar a las mujeres para que hagan realidad sus derechos tiene el efecto secundario de ampliar el acceso a los derechos y las opciones en sus comunidades y en sus sociedades en general.
"BESTARI me hizo darme cuenta de que mi sueño es crear innovación tecnológica que empodere a las mujeres, una plataforma donde las mujeres puedan denunciar la violencia de género, expresar sus preocupaciones, obtener ayuda e incluso comunicarse con las fuerzas del orden", precisó Ade Nurchalisa, de 20 años de edad, que se especializa en ingeniería informática. “Es esencial que, al igual que los hombres, las mujeres se expresen y hagan valer sus derechos. La educación les da a las mujeres una voz en iguales condiciones que la de los hombres”.
Otra miembro del primer grupo de BESTARI sueña con convertirse en profesora universitaria.
“Quiero ser profesora universitaria para contribuir al desarrollo intelectual de la nación”, comentó Mulyana, de 21 años, que estudia tecnología de la información. “Quiero ser como agua clara, útil para las y los demás”.