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Cómo un espacio seguro de la República de Moldova ofrece educación sexual integral a refugiados romaníes que huyen de Ucrania
- 17 Agosto 2023
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CHIȘINĂU, República de Moldova - «No se han prestado este tipo de servicios entre este grupo de población romaní en Ucrania, por lo que, debido a la falta de información, despiertan recelo», afirma Sahin Rădiță. «La educación sexual es tabú para ellos».
El Sr. Rădiță es coordinador de un espacio seguro gestionado por el UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas encargado de la salud sexual y reproductiva, en Chișinău, la capital de la República de Moldova. Cada día, el espacio seguro brinda apoyo hasta 50 jóvenes romaníes que han huido de la violencia que tiene lugar en Ucrania tras la invasión a gran escala de Rusia hace más de un año.
El Sr. Rădiță asegura que el espacio consigue encontrar un equilibrio entre la necesidad de información sobre salud sexual y reproductiva y el respeto a las normas y valores romaníes. «Nuestros servicios son bien recibidos y, además, necesarios», afirma. «Pero requieren un enfoque específico, que tenga en cuenta la cultura y las costumbres romaníes».
En todo el mundo, la educación sexual está rodeada de estigmas. Las consecuencias de la reticencia de las sociedades pueden ser peligrosas; por ejemplo, las complicaciones derivadas del embarazo son una de las principales causas de muerte entre las adolescentes en muchos países.
Las investigaciones demuestran que una educación sexual integral puede ayudar a prevenir los embarazos en la adolescencia, reducir los comportamientos de riesgo y combatir las normas de género que exponen a las niñas a violaciones de los derechos humanos como el matrimonio infantil, precoz y forzado. Sin embargo, los factores culturales pueden dificultar cómo se abordan estos temas.
Para contrarrestar las normas nocivas, hay que ser culturalmente relevante
La minoría étnica romaní en Europa comprende una población de 10 a 12 millones de personas que viven en más de una docena de países. A pesar de ser increíblemente diversa, la comunidad está unida para hacer frente a un problema importante en todas las sociedades: la marginación social, económica y política.
Las comunidades romaníes sufren una desigualdad generalizada en cuanto a oportunidades de empleo y vivienda. Una encuesta realizada en 2021 en diez países europeos reveló que cuatro de cada cinco personas romaníes estaban en riesgo de pobreza y que menos de la mitad de los niños romaníes estaban matriculados en educación de la primera infancia.
Además, dentro de la comunidad, las mujeres y las niñas enfrentan a menudo normas que perpetúan la desigualdad de género, tal y como relató al UNFPA una activista de una organización de defensa de las personas romaníes en Ucrania: «La mujer conoce su lugar. Es la madre, el ama de casa. Todas las cuestiones importantes las decide el hombre».
En varios países, las mujeres y niñas romaníes tienen una probabilidad desproporcionada de convertirse en esposas cuando son niñas y en madres cuando son adolescentes. Y según ACNUR, hasta una cuarta parte de los niños refugiados romaníes procedentes de Ucrania podrían no saber leer.
El UNFPA trabaja para abordar estos problemas en todo el mundo mediante programas adaptados a cada cultura. Por ejemplo, el programa de Chișinău separa a niñas y niños en la mayoría de las clases, pero se mezclan cuando juegan a juegos interactivos, como un juego de mesa desarrollado por el UNFPA y que se llama «Sin Tabú».
Pero antes de que estas intervenciones surtan efecto, hay que conseguir la aceptación de la comunidad.
«El reto era establecer un diálogo estable y basado en la confianza para que los padres permitieran que sus hijos asistieran al espacio seguro y participaran en las actividades, algo que conseguí», dice el Sr. Rădiță, que es romaní.
A los padres se les informa del contenido y de los beneficios previstos, como la reducción de los embarazos adolescentes y de la violencia de género, antes incluso de que sus hijos se inscriban en el programa. Y durante muchas sesiones se invita a los propios padres a participar, lo que ayuda a generar confianza entre la comunidad, algo especialmente importante en los programas dirigidos a las niñas más pequeñas.
Educación permanente
El objetivo del espacio seguro de Chișinău es atender las necesidades urgentes de las refugiadas, por ejemplo prestando servicios de derivación por violencia de género, facilitando el acceso a la anticoncepción, incluida la anticoncepción de urgencia, y proporcionando artículos esenciales de higiene y menstruación.
Pero el espacio es también un lugar para construir un sentido de comunidad, así que las personas jóvenes miran películas, practican deporte y crean arte al tiempo que fortalecen su salud mental, física y sexual y reproductiva.
Con la aprobación de sus tutores, las personas jóvenes a partir de 12 años pueden participar en formación de educación sexual. «Al principio, no solo los padres, sino también los jóvenes se mostraban escépticos ante las actividades que realizábamos», afirma el Sr. Rădiță. «Pero una vez que vieron el efecto de estas actividades, conseguimos una asistencia estable de los jóvenes y la plena confianza de sus padres».
La mayor concienciación y el comportamiento más respetuoso de los jóvenes participantes están animando a más padres romaníes a implicarse. El Sr. Rădiță sostiene que los adolescentes se sienten en un espacio seguro donde pueden pedir y recibir información, servicios y anticoncepción con total confidencialidad.
Mientras tanto, el UNFPA está colaborando con otros organismos de las Naciones Unidas para preparar el camino a los jóvenes romaníes para que puedan proseguir su educación, un paso significativo, ya que muchos de los adolescentes a los que se atiende en el espacio seguro nunca han asistido a la escuela.
«Conseguimos escolarizar a 12 jóvenes refugiados romaníes, y estos son solo algunos de los resultados que hemos logrado», afirma el Sr. Rădiță.