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“Una luchadora permanente”: la activista afrodescendiente Lilian León ofrece solidaridad y apoyo a las sobrevivientes de violencia de género en el norte de Perú

Lilian León, agricultora afrodescendiente, artesana y activista por los derechos de las mujeres, sonríe a la cámara en Yapatera, Perú
Lilian León, agricultora afrodescendiente, artesana y activista por los derechos de las mujeres va puerta a puerta en Yapatera, Piura, para identificar y apoyar a las mujeres en riesgo de violencia de género. © UNFPA Perú / Enrique Castro-Mendívil
  • 25 de marzo de 2024

PIURA, Perú – “No tenemos luz, agua, internet ni servicios telefónicos, entonces ¿cómo podríamos buscar ayuda? ¿Quién escucharía?”, preguntó Lilian León, agricultora afrodescendiente, artesana y activista por los derechos de las mujeres.

La Sra. León vive en Yapatera, un pequeño pueblo en la provincia de Piura conocido por tener una de las comunidades de afrodescendientes más grandes en Perú, y por ser asolada por catástrofes climáticas recurrentes.

Piura y sus alrededores han sido golpeados en los últimos años por lluvias torrenciales y desastrosas inundaciones inducidas por el fenómeno meteorológico de El Niño y el ciclón Yaku. Crisis como estas tienden a profundizar las desigualdades existentes, y comunidades marginadas como Yapatera figuran entre las más afectadas.

Los informes muestran que los afrodescendientes de Perú enfrentan tasas de pobreza desproporcionadamente altas, bajo acceso a servicios de salud y escolarización y discriminación aguda, ya que casi tres de cada cuatro afroperuanos informaron en 2013 que no buscaron atención médica debido a preocupaciones relacionadas con la discriminación.

Estas desigualdades pueden ser aún más graves para las mujeres y las niñas, especialmente después de desastres climáticos como los que afectan al norte de Perú. En Yapatera, las inundaciones también exacerbaron los riesgos de violencia de género, ya que las mujeres y las niñas se encontraron físicamente atrapadas en hogares abusivos.

“Las mujeres que estaban sufriendo violencia psicológica, o que estaban siendo golpeadas o violadas, no tenían a dónde acudir”, explicó la Sra. León.

Para contrarrestar estos desafíos, ella se dedica a detectar casos de violencia de género en su comunidad, y pone a las sobrevivientes en contacto con servicios atención. Como sobreviviente ella misma, explicó: “Yo pude encontrar una salida por mi cuenta, pero algunas mujeres necesitan ayuda porque sienten que están solas”.

Una red de mujeres

La Sra. León es una de las más de 30 mujeres líderes que trabajan dentro de sus comunidades para identificar a las sobrevivientes de violencia de género y ponerlas en contacto con servicios de apoyo, particularmente a través del acceso a servicios psicosociales y asistencia jurídica.

Al igual que con la atención médica, la discriminación y el racismo institucionales con demasiada frecuencia pueden disuadir a las personas pertenecientes a grupos marginados de procurar y obtener justicia, incluso por violencia de género y delitos ambientales.

La violencia de género afecta a millones de personas en Perú; casi dos de cada cinco mujeres de 18 a 49 años de edad con pareja en todo el país informan de haber sido víctimas de violencia de pareja. Solo en Piura, más de 7.000 casos de violencia fueron llevados a 19 centros de emergencia para mujeres y niñas el año pasado.

“Desafortunadamente, Piura sigue siendo una región muy machista”, admitió Carlos Arcaya, coordinador regional de los centros administrados por el gobierno, al conversar con el UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas que tiene a su cargo asuntos relacionados con la salud sexual y reproductiva.

Sin embargo, la Sra. León dice que se va produciendo un cambio poco a poco. Se han establecido 13 espacios seguros en todo el norte de Perú, y el despliegue de equipos móviles de apoyo respaldados por el UNFPA, integrados por abogados, psicólogos y trabajadores sociales, ha marcado la diferencia. “Hay un antes y un después con respecto a su llegada”, resaltó. “Nos sentimos más fuertes”.

Hermandad en acción

El año pasado fue un desafío para la Sra. León, quien también fundó la Asociación de Artesanos Afroyapateranos El Palenque: las fuertes lluvias que pusieron en riesgo a miembros de su comunidad perforaron el techo de su casa y causaron el colapso de la antigua sede de la asociación,
pero estos obstáculos no le han impedido dar un paso adelante y mantenerse a la cabeza de todos los esfuerzos.

“Me siento ser modelo a seguir para otras mujeres, tanto jóvenes como mayores”, dijo. “Siempre me han visto como un ejemplo. Es lo que me dicen: Eres emprendedora y una luchadora permanente”.

En un taller en noviembre pasado, la Sra. León trabajó con otras treinta mujeres creando piezas de arcilla. La actividad reflejó el trabajo que habían estado haciendo en sus propias vidas para reconstruir y permanecer resilientes después de los desastres y la violencia.

“El barro nos conecta y nos ayuda a fortalecer nuestra amistad y nuestra hermandad”, afirmó la Sra. León. Para las mujeres que la rodean, se mantiene firme en su trabajo para erradicar la violencia de género.

“Seguiré en la medida en que mis fuerzas me lo permitan, mientras pueda respirar, para que podamos ver niñas empoderadas en mi aldea, niñas libres de violencia y abuso”, declaró.

 

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