El Día Mundial del Sida, que se viene observando desde 1988, reclama una vigilancia continua en la lucha contra el VIH/SIDA, que garantice el apoyo a quienes viven con la enfermedad, al tiempo que recuerda a los más de 35 millones de personas que han perdido la vida. La mortalidad relacionada con el sida ha disminuido en un 39 por ciento desde 2010. Sin embargo, en estos momentos, una pandemia mundial amenaza el progreso y profundiza las desigualdades en el ámbito de la lucha.
El UNFPA es copatrocinador del ONUSIDA, el organismo de las Naciones Unidas que encabeza los esfuerzos orientados a erradicar el VIH/SIDA para 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El UNFPA colabora con sus asociados a fin de aumentar el acceso a los servicios relacionados con el VIH y a los servicios de salud sexual y reproductiva, a ampliar la educación sexual integral y a aumentar el acceso a los preservativos masculinos y femeninos como método de protección contra las infecciones de transmisión sexual.
En su declaración para conmemorar la ocasión, la Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del UNFPA, recordó que, ante la COVID-19, el mundo no debe olvidar el VIH:
“Aunque los dos virus difieren de muchas maneras, los paralelos entre ambos reflejan las vulnerabilidades que dichos males explotan, al pasar más fácilmente a los grupos marginados sin acceso a servicios, información o equipo de protección. Una vez más hemos visto que las personas con mayor riesgo de infección y enfermedad son las que tienen menos probabilidades de encontrar la protección y la atención que necesitan”.
El mundo ha sentido aliento al observar el progreso en el desarrollo de varias múltiples vacunas para el coronavirus, lo que demuestra lo que el mundo puede lograr cuando se enfrenta a un enemigo común. “Un virus nos puede recordar que nadie estará seguro hasta que todos lo estemos”, manifestó la Dra. Kanem. “Que no hay tiempo que perder. Que este es el momento de invertir en servicios de salud equitativos y defender los derechos humanos".