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Dar a luz bajo el fuego en Kivu del Norte mientras el conflicto se apodera de la República Democrática del Congo
- 12 Febrero 2025
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PROVINCIA DE KIVU DEL NORTE, República Democrática del Congo – Mientras se intensificaban los combates en Kivu del Norte, en el este de la República Democrática del Congo, Francine Toyata, una mujer embarazada, se agarraba el vientre al tiempo que sentía fuertes dolores.
Eran las 2 de la madrugada cuando empezó su trabajo de parto en plena zona de guerra. «He sido desplazada dos veces desde enero y estaba refugiada en un campamento superpoblado», declaró al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas encargado de la salud sexual y reproductiva.
Los combates entre las fuerzas armadas nacionales y los rebeldes del grupo Movimiento 23 de Marzo (M23) se iniciaron en enero de 2025 cerca de Goma, la capital de la provincia de Kivu del Norte. Cientos de miles de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares y buscan refugio en campamentos tanto formales como informales, en una zona que ya estaba al límite debido al elevado número de desplazados.
La Sra. Toyata es originaria de Kabati, en el territorio de Rutshuru, pero huyó con su marido en febrero de 2023 cuando los enfrentamientos asolaron su zona. En ese momento, con el sonido de las bombas resonando en el campamento, viajó en medio de la oscuridad y el caos con su madre para llegar justo a tiempo a una clínica de salud móvil apoyada por el UNFPA.
El acceso a servicios vitales de salud reproductiva era escaso en la región incluso antes de la actual escalada de los combates y el país contaba con una de las tasas más altas del mundo de mortalidad materna debida a complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto.
Ahora que sólo están en funcionamiento un tercio de los hospitales de la región y uno de cada cinco centros de salud, los equipos sanitarios móviles del UNFPA son a menudo la única opción que tienen las mujeres para dar a luz con el apoyo de personal sanitario cualificado.
Dos horas después de su llegada, la Sra. Toyata dio a luz a una niña sana y salva pero en las circunstancias más precarias. Mirando a su hija, declaró: «La llamaré Amani, que significa “paz”. Porque nació en la guerra, pero defenderá la paz».
Multitud de peligros para mujeres y niñas
A pesar de ser uno de los pocos espacios seguros que quedan para las mujeres y niñas desplazadas en Kivu del Norte, la frágil tienda de campaña que alberga la unidad sanitaria móvil apenas ofrecía protección frente a las explosiones cercanas.
«Por mujeres como Francine es por lo que hacemos este trabajo», afirmó Nelly, su partera. «No estábamos a salvo. Necesitamos más apoyo para cubrir estas necesidades urgentes».
De las 220.000 mujeres embarazadas que se calcula que hay sólo en Kivu del Norte y Kivu del Sur, más de 12.000 se encuentran actualmente desplazadas y sin un acceso garantizado a atención médica. Más de 88.000 mujeres y niñas corren riesgo de sufrir violencia de género y se prevé un aumento de los embarazos no intencionales debido al colapso de los servicios sanitarios.
En los últimos años, los incidentes de violencia de género, incluidas agresiones, violaciones y coacciones, se han disparado en todo el país, y dos tercios de los casos se han registrado en las provincias orientales de Ituri, Kivu del Norte y Kivu del Sur. La escasa seguridad en los abarrotados campamentos de desplazados, el hambre y las pocas oportunidades de obtener ingresos estables también han provocado que muchas personas apenas tengan lugares a los que acudir para mantener a sus familias: Los riesgos de explotación y abuso para las mujeres y las adolescentes, incluidos el matrimonio forzado, la trata de personas y el sexo de supervivencia, también están aumentando considerablemente.
Esto ocurre justo cuando el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva se ve interrumpido debido al aumento de la inseguridad y a la disminución de los suministros, con corredores humanitarios críticos bloqueados por los combates.
A medida que el conflicto se recrudece, las bombas han empezado a alcanzar los campamentos de desplazados internos, obligando a más mujeres y niñas a huir, una vez más, y despojándolas de las pocas redes de seguridad que les quedaban. Varias clínicas de salud móviles y centros de escucha apoyados por el UNFPA también han sido saqueados y destruidos y han suspendido temporalmente sus servicios, lo que reduce aún más las opciones de las que disponen las personas que los necesitan desesperadamente.
Necesidades urgentes
En la actualidad, el UNFPA gestiona ocho clínicas de salud móviles en toda la región, que cuentan con 27 parteras que prestan servicios esenciales de salud materna y reproductiva. Tres centros sanitarios que atienden a desplazados en ocho campamentos garantizan partos seguros, atención prenatal y planificación familiar a más de 8.000 personas.
Se están distribuyendo métodos anticonceptivos y otros suministros de salud reproductiva a pesar de las peligrosas condiciones y las interrupciones. Para las supervivientes de violencia de género y las que corren el riesgo de sufrirla existe una línea de atención telefónica que ofrece apoyo inmediato, derivaciones y opciones de protección, mientras que cinco espacios seguros para mujeres y niñas apoyados por el UNFPA siguen proporcionando refugio y atención psicosocial.
El UNFPA permanece en Kivu del Norte, trabajando junto al gobierno y los asociados humanitarios para garantizar que las mujeres y las niñas reciban una atención sanitaria vital. Pero las necesidades aumentan a más velocidad de lo que pueden hacerlo los recursos. La historia de Francine no es la única. Hay miles de mujeres que se preparan para dar a luz en tiendas de campaña, bajo los bombardeos, sin saber si ellas o sus bebés sobrevivirán un día más.